Premio Nobel de  la Paz 2018

 

Denis Mukwege

Nadia Murad

El Comité Noruego del Nobel designó a Denis Mukwege y Nadia Murad ganadores del Premio Nobel de la Paz 2018 por sus esfuerzos para poner fin al uso de la violencia sexual como arma de guerra y conflicto armado. Ambos han hecho una contribución crucial para centrar la atención y combatir estos crímenes de guerra. 

Denis Mukwege ha dedicado su vida a defender a estas víctimas. Nadia Murad es la testigo que habla de los abusos perpetrados contra ella y otros. Cada uno de ellos, a su manera, ha ayudado a dar mayor visibilidad a la violencia sexual en tiempos de guerra, para que los perpetradores puedan ser responsabilizados por sus acciones.

El médico ginecólogo Denis Mukwege ha pasado gran parte de su vida ayudando a las víctimas de violencia sexual en la República Democrática del Congo. Desde que se estableció el Hospital Panzi en la ciudad de Bukavu, en 2008, Mukwege y su personal han tratado a miles de pacientes que han sido víctimas de agresiones. La mayoría de los abusos se cometieron en el contexto de una larga guerra civil que costó la vida a más de seis millones de congoleños.

El principio que Denis Mukwege ha defendido es que "la justicia es asunto de todos". Hombres y mujeres, oficiales y soldados, y autoridades locales, nacionales e internacionales tienen la responsabilidad compartida de informar y combatir este tipo de crimen de guerra.  

Nadia Murad es víctima de crímenes de guerra. Es integrante de la minoría yazidi en el norte de Iraq, donde vivía con su familia en la aldea de Kocho. En agosto de 2014, el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) lanzó un ataque contra las aldeas del distrito de Sinjar, el cual estaba destinado a exterminar a la población yazidi.

Murad es solo una de las aproximadamente 3000 niñas y mujeres yazidi que fueron víctimas de violaciones y otros abusos por parte del ejército del ISIS. Los abusos fueron sistemáticos, y parte de una estrategia militar; sirvieron como arma en la lucha contra los yazidis y otras minorías religiosas.

De esta situación la joven logró huir. Después de su fuga, eligió hablar abiertamente sobre lo que sufrió. En 2016, a la edad de 23 años, fue nombrada la primera Embajadora de Buena Voluntad de las Naciones Unidas para la Dignidad de los Sobrevivientes de la Trata de Personas.

Este año se cumple una década desde que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la Resolución 1820, que determinó que el uso de la violencia sexual como arma de guerra y conflicto armado era una amenaza para la paz y la seguridad internacional.

 

Con información del Instituto Karolinska de Estocolmo.